Solo se muere cuando nos olvidan

Solo se muere cuando nos olvidan

Ópticas Constructivas

Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Sin duda que la dimensión del tiempo se modifica con la edad y con la cantidad de actividades que desarrollamos.

Una de las secuelas de la pandemia es el “cambio” en la percepción del tiempo, lo urgente se ha eclipsado con lo importante, la velocidad ha cambiado y ahora estamos convocados a darle significado a cada segundo.

Sigue siendo vigente el soñar con grandes planes para el futuro, pero teniendo presente que debe hacerse paso a paso, minuto a minuto y día por día.

Seguramente cuando expresamos nuestros planes, el Creador suelta una sonora carcajada para recordarnos que solo él tiene el poder de hacerlos realidad o cambiar nuestro rumbo de un momento a otro.

Siempre será distinta la visión del tiempo en los niños y jóvenes, en los adultos y en quienes ya se encuentran en la tercera edad. En todos los casos mucho tiene que ver con necesidades y satisfacciones, salud y enfermedad, optimismo y depresión, soledad o convivencia.

Casi sin sentirlo ha transcurrido un año de la partida física de mi querida hermana PERITA a su cita con el Creador.

Al evocarla en su aniversario lo hacemos recordando sus muy especiales características como hija, hermana, mama, amiga y ser humano.

Como hija fue amorosa con sus padres, responsable hasta el sacrificio personal sin que tiempo, distancia o recursos le impidieran estar siempre presente para acompañarlos en momentos críticos, solidarizarse con sus necesidades e intentar siempre una solución a sus problemas.

Como hermana poseía la mágica convocatoria que hace confluir en un mismo espacio a aparentes intereses irreconciliables logrando magnificar coincidencias y diluir aparentes diferencias.

Crítica pero propositiva, sin alardes ni protagonismo innecesario, sirviendo de “puente” para que ninguna afrenta dañara de fondo la relación familiar.

Siempre generosa, risueña y capaz de hacer “viajes imposibles” para de manera constante estar cuando se le necesito, con extrema “humildad” para retirarse sin esperar recompensa alguna y “construyendo” el siguiente encuentro.

Como madre, vio en Valeria la continuidad de sus sueños, por lo que con amor y extrema responsabilidad la puso en el primerísimo lugar de importancia en su vida.

No hubo día en que dejará de presumir la bendición que el Creadorle otorgó a través de Valeria, lo queagradeció todos los días, hasta su muerte.

PERITA y Valeria fueron dualidad que se reconforto en los momentos difíciles, disfruto a plenitud de los instantes de felicidad y visualizaron un futuro juntas que solo la muerte pudo separar.

Como amiga, siempre supo iluminar la vida de quienes les rodeaban, con inagotable vocación de servicio, sin apegos que dañaran ningún afecto ni interés material que propiciará la cercanía o lejanía de nadie.

Siempre gozó de la posibilidad de abrir sus brazos para estrechar sus afectos, dispuesta a poner su hombro cuando alguien requirió de su cobijo, a brindar apoyo económico a “fondo perdido”, pensando que era muy afortunada con todo lo que el creador le había otorgado.

Como ser humano, PERITA siempre estuvo al servicio de los demás, con contagioso entusiasmo y disposición para desprenderse de lo que fuera necesario con tal de ayudar, absorber” y borrar instantes dolorosos en los demás.

Su liderazgo e innata capacidad para establecer relaciones humanas se expresaron en su paso por la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana en donde se tituló como Abogada sembrando en el camino incontables alianzas y afectos que persisten hasta hoy en día.

En su experiencia como catedrática en el CONALEP, como colaboradora en el INEGI, en el corporativo Manotti, así como en Servicios Aeroportuarios dejo profunda huella entre sus compañeros y usuarios. A un año de su partida siguen preguntando por ella y enviándole saludos y bendiciones.

 Más de alguna ocasión su innato deseo de ayuda le causo algún comentario, molestia e incomodidad, sobre todo cuando le recordaba que ese mal momento era por “meterse en cosas que no eran de su incumbencia” pero al final siempre se justificaba diciendo… “Hermano es que se me da” para enseguida sonreír y olvidar el suceso.

Querida PERITA… hasta tu nueva residencia en el cielo, te envió mi eterno agradecimiento por siempre ser y estar¡!!… en verdad me haces mucha falta, aunque he de confesar que desde tu nueva morada en mi corazón me acompañas en cada latido.  

  Apreciado lector o escucha si usted conoce o tiene cerca, a un ser como el que he descrito, por favor disfrútelo, este cerca de él y replique sus enseñanzas, tal y como intento hacerlo yo.

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