No hay plazo que no se cumpla ni tiempo que no se llegue

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Ópticas Constructivas

Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Durante esta semana la atención de todo el mundo se ha centrado en la elección presidencial realizada en los Estados Unidos de América.

Dos proyectos antagónicos fueron valorados por el electorado norteamericano, el Partido Republicano representado por Donald Trump y el Partido Demócrata abanderado por Kamala Harris.

Dos formas diferentes de visualizar, administrar y tomar acciones respecto al respeto a la vida, economía y finanzas, atención a la salud, generación de empleo, trato al fenómeno de inmigración, seguridad interna y externa, lucha contra el narcotráfico, programas sociales, política exterior, entre otros muchos temas.

Fueron semanas de intensa campaña en las que el discurso se desgasto, la polémica y los señalamientos entre los aspirantes fue una constante, la descalificación de unos y otros llevo incluso al “atentado” contra la vida de uno de los candidatos, se encontraron cara a cara para debatir al estilo americano y de manera atípica el Partido Demócrata cambio de candidato a media campaña.

Al inicio de este proceso Donald Trump se erigió como el puntero, ya que los frecuentes desaciertos de Joe Biden provocaron serias dudas entre propios y extraños. Sin embargo, después del primer debate televisivo los demócratas tomaron la decisión de retirar a Biden y poner en su lugar a Kamala Harris.

Este hecho cambio percepción, estrategias, equilibrios y la geografía política, además de que por tratarse de una mujer de inmediato hizo clic con un amplio sector femenino, provocando su crecimiento y poniendo la elección en un empate de difícil definición.

Estoy convencido que se vale y es útil pensar diferente ya que se enriquece la visión colectiva y aumenta la posibilidad de asertividad en la toma de decisiones.

Lo que resulta peligroso es polarizar y segmentar a la sociedad, perder el pudor para mentir frente a los demás, creer que “el fin justifica los medios” y se olvide consensuar, dialogar, encontrar coincidencias, olvidar que lo personal nunca debe estar por encima de lo que conviene a la mayoría, en una palabra… hacer política.

Asesores y mercadólogos intentaron captar la atención del electorado utilizando todo tipo de estrategias por lo que se vio a Trump “despachando” hamburguesas o simular conducir un camión recolector de basura, chiflar, cantar e incluso bailar, intentando ser “simpático” pasando a segundo término el contenido de sus propuestas de gobierno.

Ambos candidatos afirmaron tener planes, programas y soluciones mágicas para desterrar la corrupción, acabar con la inseguridad y la pobreza, crear miles de empleos, dotar de servicios públicos de primera, resolver la crisis migratoria, “atacar” con eficiencia el narcotráfico, enfrentar con éxito los retos de su política internacional garantizando sus intereses económicos, energéticos y bélicos por los cuatro puntos cardinales del planeta e incluso disminuir los impuestos.

Suele ser costumbre, en los Estados Unidos, que ganadores y vencidos “guardan” rencillas y diferencias para juntos enfrentar los desafíos del día a día, recapacitando sobre lo que hicieron bien y los errores cometidos ya que su siguiente objetivo es la elección presidencial del 2028.

El futuro de la sociedad norteamericana y el de muchos países del mundo, incluido México, depende de este resultado electoral.

En caso de que la ganadora sea Kamala Harris los norteamericanos vivirán la experiencia, al igual que en nuestro país, de tener por primera vez una presidente mujer y con ello la posibilidad de probar otro tipo de liderazgo y sensibilidad que tendrá que ganarse con acciones y resultados positivos la confianza de propios y extraños.

En la distancia deseamos que Trump o Harris tengan total conciencia de la responsabilidad de dirigir al, aun, país más poderoso del planeta.

Que sepan valorar su vecindad con México, que nos reconozca como aliados comerciales, nos apoye con respeto, sea generoso en compartir sus mejores experiencias y dignifique al numeroso grupo ciudadano que radica en los Estados Unidos pero cuyo corazón y raíces se encuentra en México.

El mundo requiere de un liderazgo eficaz y eficiente, generoso, proactivo, innovador, incluyente, solidario, respetuoso del medio ambiente, amante de la paz, estratégico y visionario para adelantarse a cualquier crisis, si ya está en ella, con la sensibilidad suficiente para hacerle una oportunidad de crecimiento.

Ojalá Harris o Trump se acerquen, al menos, a este perfil … por lo pronto, “Habrá de exhalarse el pasado, inspirar profundamente el futuro y respirar lentamente el presente”

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