Momentos de crisis… instantes de oportunidades

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Ópticas Constructivas

Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Hoy se vive en todo el mundo circunstancias que provocan entre la sociedad desanimo, ansiedad, depresión, angustia e incertidumbre.

Los conflictos bélicos, numerosa migración, manifestaciones del cambio climático, la lucha por el poder, relevo en algunos gobiernos en el planeta, xenofobia, inseguridad e intolerancia han ahuyentado la armonía y la paz social a la que todos aspiramos.

Vivimos con prisa, sin darnos la oportunidad de disfrutar de un nuevo amanecer o de ver los últimos rayos del sol cuando este se aleja en el horizonte.

Creemos que dominamos el tiempo y con soberbia nos olvidamos de darle “mantenimiento” a nuestros afectos ya que pensamos que estos siempre estarán para cuando “tengamos tiempo” de llamarles o visitarles.

Llega a nosotros incontable información generada en los cuatro puntos cardinales de la geografía mundial, una afirmando hechos, otra negándolos, con claros oscuros que presagian todo tipo de males y muy poca que nos motive y aliente a ir en búsqueda de mejores escenarios de desarrollo humano y profesional.

Nos preocupa más los resultados del futbol, hockey, tenis, basquetbol y la Fórmula Uno, que lo que sucede en nuestro entorno más inmediato.

Desconocemos el nombre de nuestros vecinos y compañeros de trabajo, pero presumimos a cantantes, artistas, influencer o “malosos”.

El sentido de identidad, pertenencia y orgullo se encuentra devaluado al ser avasallado por moda, música, cine, deportes y hábitos ajenos a nuestras tradiciones y lugar en el que habitamos.

Nos quejamos de todo, pero esperamos a que otros tomen la iniciativa de intentar corregir la problemática vecinal, escolar, política o ambiental para entonces criticar el resultado de su intervención.

La célula esencial de la sociedad… la familia, se debilita con la complicidad de todos quienes la integran ya que se ha diluido respeto, liderazgo, amor incondicional y lealtad, pilares fundamentales de su existencia.

Enumeramos lo que “aparentemente” nos hace falta y “desconocemos” todo lo que nos sobra, en un ejercicio que desgasta la autoestima, minimiza el esfuerzo y concepto de logro.

Se han potencializado las oportunidades para encontrar el conocimiento, se otorgan grados académicos sin rigor ni calidad, provocando una escenografía alejada de las necesidades que el sector productivo requiere para crecer.

Se otorgan apoyos económicos a quienes NO hacen nada, pero se “castiga” el monto de la beca a quienes realizan internado de pre grado, servicio social o residencias médicas.

Contra todo este inquietante escenario mundial se requiere NO perder el optimismo, definido este como la disposición para aguardar lo mejor, aunque hay que tener siempre presente que el futuro inicia “soñándolo”, para enseguida construirlo y finalmente “provocarlo”.

Habrá que encontrar en lo malo espacios de oportunidad para transformarlo en bueno, pero no basta con reconocerlo sino es necesario pasar del escenario del discurso y el deseo a la contundencia de la acción y los hechos.

Siempre será mejor ocuparnos que tan solo preocuparnos, dicen los expertos que el 90% de nuestras suposiciones no se hacen realidad, aunque los latinos tengamos el habito de sufrir un incidente tres veces: cuando lo imaginamos, si acontece o cuando “reflexionamos sus efectos si hubiera sucedido.

Expertos en Desarrollo Humano proponen no perder jamás la esperanza de que todo cambia, lo bueno y lo malo.

La conveniencia saludable de contar con un proactivo sentido del humor, rodearse de gente positiva, establecer acciones de vida

saludables para nuestro cuerpo y espíritu, encontrar sentido a nuestra existencia, ejercitar los talentos y dejar que todo… todo fluya.

Démonos la oportunidad, de aún en este escenario oscuro, encontrar la luz que provocan los optimistas y resilientes que jamás se rinden; los que sueñan, pero se esfuerzan todos los días para hacerlo realidad; los que siempre son parte de una solución y no de un problema; quienes se atreven a ser inspiración, reto y ejemplo para los demás.

Seamos gambusinos de esperanza y talento, no olvidemos que la esperanza siempre muere al último

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