Las campañas políticas, una nueva oportunidad para soñar

WhatsApp Image 2024-04-02 at 10.15.41 PM

Ópticas Constructivas

Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Ha iniciado el cuarto mes del 2024 y con ello se “acerca” la fecha en que habrá de efectuarse la votación para renovar miles de cargos de representación popular, siendo el más importante el relevo en la presidencia de la república.

Mucho se ha comentado que una de las debilidades que posee el sistema de administración pública en nuestro país es el “reinventarse” cada tres o seis años e incluso cuando se realiza algún relevo institucional.

Lo cual trae consigo la “improvisación” de funcionarios y servidores públicos, la creación o duplicación de puestos, la insatisfacción de los usuarios, así como la perdida de tiempo, recursos materiales y humanos.

Reinventar o dar continuidad al proceso… ese es el dilema.

La continuidad no significa garantía de resultados, sobre todo si se aplica como “más de lo mismo”, debe ser producto de resultados y satisfacciones, sin olvidar que de vez en cuando, resulta sano “oxigenar” planes, programas, proyectos y acciones para adecuarles a las necesidades y al momento de ejecución.

Para nadie es un secreto que se requiere de experiencia, sensibilidad, trabajo en equipo, altura de metas, capacitación permanente, humildad, liderazgo, capacidad de concertación y dialogo para poder diseñar el modelo de país al que todos aspiramos.

Un modelo que reconozca el pasado, identificando con ello fortalezas y debilidades, trabaje con intensidad y responsabilidad el presente en todos los espacios en los que se tiene que corregir o mejorar, y visualice con estrategia el futuro, trazando con claridad y certeza planes, metas, objetivos y acciones, más allá de siglas, colores y caudillos.

Este modelo debe considerar, entre otras muchas cosas, la profesionalización del servicio público, iniciando con un pulcro proceso de selección y contratación del personal, cuidando perfiles y experiencias, actitud y aptitud, quedando ajeno a cualquier fobia o discriminación, sin que religión, idioma, identidad político partidista, vestimenta, preferencia sexual o raza lo limiten.

Esto evitará el éxodo recurrente de personal, su rotación excesiva e improvisación. Optimizando en contraste su experiencia en el desempeño de funciones y responsabilidades, dará certidumbre laboral y generará lealtad institucional que, más temprano que tarde, se expresará en la obtención de resultados eficientes y eficaces.

Las campañas políticas suelen ser fértil escenario para prometer, hacer alianzas y compromisos, a pesar de saber que muchos son inviables o hasta dañinos.

En no pocas ocasiones, sin pudor alguno se engaña, simula, inventa o afirma, sin más argumentos que la “emoción” del momento, esperando que la memoria de los escuchas sea breve y su conciencia volátil.

A diferencia de lo que sucede en el sector privado ha sido lastimosa costumbre el que en la administración pública muchos de los puestos, con sus raras excepciones, son consecuencia de identidad política, compromisos de campaña, familia, compadrazgos y hasta suerte, en un ritual de pago de compromisos que minimiza la preparación, el prestigio y la experiencia laboral.

El resultado es una costosa improvisación, una curva de aprendizaje larga y pronunciada, insatisfacción e inexperiencia laboral al privilegiarse la lealtad a ciegas por encima de preparación, perfil e incluso resultados.

De volver a repetirse este viciado proceso, veremos en las nuevas administraciones públicas, flamantes “funcionarios” que no tienen la más mínima idea del tipo de tramite que les toca atender, carecerán de criterio y hasta sentido común para atender al usuario que realiza una larga fila para pagar todo tipo de permisos e impuestos y tratará con apatía e insensibilidad a quien deberá el pago de su salario.

Con el transcurrir de los días, veríamos una vez más, que cuando el burócrata ya aprendió, si no se ha sindicalizado, se le despide y el ciclo de improvisación se reactiva hasta que haya un nuevo cambio de jefe, alternancia política o simplemente un nuevo período gubernamental, perdiéndose “aprendizaje”, experiencia, identidad y pertenencia en un claro desperdicio de tiempo y dinero.

Por supuesto, todo esto puede cambiar si los nuevos gobernantes “aprovechan” la oportunidad para sentar las bases de la profesionalización del servicio público.

Para ello, deberán despersonalizar y despartidizar esta estratégica área de su gobierno, pensando en el presente, pero de manera especial en el futuro.

Deberán dar preferencia a trayectoria, prestigio profesional y personal, perfil, lealtad institucional y amor por México.

De hacerlo, alentarán permanencia y lograrán hacer del servicio publico un proyecto de vida que brinde estabilidad, eficiencia, productividad, eficacia, competitividad, satisfacciones y éxitos.

La profesionalización del servicio público no es una panacea ni el único camino para lograr la satisfacción de los usuarios, ni tampoco es garantía de un México mejor, pero si es una herramienta que facilitaría a todos los burócratas realizar su trabajo bien y de buenas, más o menos como todos lo deseamos.

En fin, estamos en época de campañas políticas y lo menos que podemos hacer es compartir ideas, realizar reflexiones y otorgar a los candidatos el beneficio de la duda, es decir “pensar” que quieren y pueden contribuir a mejorar a nuestro querido país.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest

El Artillero político…

El Artillero político… Por: Aquiles A. Toro • El PRI, en su último aliento• Bedolla, en problemas; para ser exhibido en la