Honor a quien honor merece… con gratitud perenne para Ernesto Villegas Balderrama

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Ópticas Constructivas

Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Hemos llegado al décimo mes del 2024, entre tormentas tropicales y huracanes, inundaciones y daños patrimoniales en una cruel paradoja a la “queja” que existía por la sequía existente, hace tan solo unas semanas.

El mes de octubre se encuentra marcado en mi conciencia a lo largo de mi vida. Hace 56 años, en 1968, regrese a cursar el sexto año de primaria y a radicar en Morelia.

Es en octubre cuando mi abuela, Dolores Espinosa, se traslado a las estrellas, mismo mes en el que mi mama, Esperanza Ortiz Espinoza, acudió al llamado del Creador, dolorosa coincidencia con la partida de mi hermana PERITA a encontrarse con ambas.

También en este mes partió mi entrañable amigo José Luís Gras Garcilazo y, hace unos días, mi querido compadre Ernesto Villegas Balderrama.

De todos estos afectos podría escribir y comentar múltiples y variadas experiencias, incontables aprendizajes y rica convivencia, pero en esta oportunidad, por lo reciente, dedicaré unas líneas a Ernesto Villegas Balderrama.

Le conocí en el comedor del Hotel “El Tapatío” de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, al cual acudí para participar en mi primera experiencia en el programa de Ciudades Hermanas.

Mi actividad laboral al frente del Consejo de la Ciudad de Morelia incluía un apartado dedicado a la atención de este programa, al cual desconocía, con la encomienda del alcalde de darle certidumbre y utilidad que justificara la existencia de los “hermanamientos” signados a lo largo de las diferentes administraciones municipales.

A mi llegada al Consejo de la Ciudad me encontré con una larga lista de ciudades “hermanadas”, pero sin comunicación alguna, actividad o tarea por lo que inicié un intenso ejercicio de comunicación a diferentes latitudes del país y del extranjero que permitiera su reactivación o eliminación.

Identifique como los hermanamientos más longevos a los existentes con Fullerton y Monterey Park en California, así como con Kansas City, Missouri en los Estados Unidos.

Como parte de esta búsqueda, fue “obligado” acudir a las Convenciones Nacional e Internacional de Ciudades Hermanas y justo en mi primera visita, el Creador puso en mi camino a los esposos Ernesto y Bertha Villegas, quienes provenían de la ciudad de El Monte, California.

Eran muchas mis dudas y desconocimiento del programa, por lo que de manera paciente y generosa me introdujo con los directivos, me puso al día sobre derechos, obligaciones, significado y operación de esta voluntad de convivencia “gente a gente”, creado después de la segunda guerra mundial por el presidente norteamericano Eisenhower.

Hubo un espontaneo clic con Ernesto, cuyas raíces se encontraban en Mexicali, identidad y simpatía con su esposa Bertha, cuyo origen familiar se encuentra en Los Altos de Jalisco.

“Decidimos” ser amigos y después compadres, formamos parte de distintas mesas directivas internacionales, fuimos compañeros de emotivos y placenteros viajes en los que siempre portaba su cámara fotográfica para “coleccionar” momentos e instantes que en el siguiente encuentro compartía con generosidad.

Su plática ágil, humor fino, sólidos valores humanos, incondicional amistad y generosa anfitrionia favorecieron que nuestra amistad trascendiera a nuestras familias, haciendo “obligado” encontrarnos a la sombra del programa de Ciudades Hermanas o bajo la valiosa amistad que construimos.

Fue fiel acompañante y traductor “oficial” en las inolvidables visitas que realice a las ciudades de Fullerton, Monterey Park, El Monte y Norwalk, California USA, esta última hermanada con Morelia durante mi participación en el programa.

En Norwalk, fue orgulloso testigo de la distinción que sus autoridades me brindaron al otorgarme las “llaves de la ciudad” y en fecha posterior, al darme el honor de realizar la arenga del grito de independencia de México, un recordado 15 de septiembre.

Gracias a las gestiones de Ernesto se realizo el “hermanamiento” entre los Clubes Rotarios Morelia Camelinas y el del El Monte, California.

Hace unos meses, de manera repentina su característica sonrisa sufrió “ligeros cambios” solo percibidos por su familia, este fue el inicio de la llegada a su vida de una enfermedad degenerativa que fue minando su energía, posibilidad de comunicación oral y le suspendió su habitual costumbre de viajar por los cuatro puntos cardinales del planeta.

Con serenidad y aplomo nos informo a sus amigos sobre el reto que enfrentaba y nos invito a NO suspender nuestra habitual comunicación.

Apoyado por su familia y el amor incondicional de su esposa enfrento con valentía a la enfermedad, busco todo tipo de alternativa para combatirla, pero le “venció” el llamado del Creador para trasladarse al cielo a organizar encuentros y reuniones con todos los afectos que ya habitan en el firmamento.

Hoy el programa de Ciudades Hermanas tiene un nuevo Embajador en el Cielo, hoy evocó con cariño, gratitud y admiración a Ernesto Villegas Balderrama, mi amigo y compadre… descanse en paz.

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